Dios es nuestro Padre Celestial y al igual que cualquier padre, quiere que nosotros, Sus hijos, seamos felices.
En las Escrituras, Él nos enseña: “mi obra y mi gloria [es] llevar a cabo la inmortalidad y la vida eterna del hombre” (Moisés 1:39).
La vida eterna significa vivir en el cielo, en su presencia y con nuestra familia, para siempre. Dios nos ha dado mandamientos, que nos enseñan lo que es correcto y lo que no lo es, y nos marcan un camino por la vida que nos ofrecerá la máxima felicidad.
Jesús enseñó: “Si me amáis, guardad mis mandamientos” (Juan 14:15). Pero en las Escrituras también se nos enseña que “ninguna cosa impura puede morar con Dios” (1 Nefi 10:21)
El arrepentimiento
Para arrepentirnos debemos reconocer y sentir pesar por lo que hemos hecho mal, hacer todo lo posible por reparar el daño causado y dejar atrás nuestro comportamiento pecaminoso.
El arrepentimiento puede resultar difícil y requiere mucha honestidad, pero el gozo y la libertad que sentimos al alejarnos de nuestros pecados merecen realmente la pena. Podemos ser perdonados cuando nos arrepentimos gracias a que Cristo padeció por nuestros pecados. Por esa razón la Expiación es tan importante para todos nosotros
LEER LAS ESCRITURAS, ESCUDRIÑARLAS.
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