UNA PREGUNTA QUE SIEMPRE NOS HACEMOS
Jesús le dijo a María: no me toques. Es posible que María Magdalena, llevada por su cariño, haya intentado tocarlo. Jesús le previene que este no era un momento oportuno para hacerlo, dándole la siguiente razón.
Porque aún no he subido a mi Padre. Esta declaración es sumamente significativa. Jesús había estado muerto durante tres días y aún no había subido a los cielos. Cuando tratamos de explicar la muerte a alguien diciéndole que “ya se encuentra en el cielo” seguimos una tradición equivocada.
-El mismo Jesús no se había dirigido al cielo al morir. Pedro nos informa en otro pasaje (1 Pedro 3:18–19) que él estuvo en otro lugar, no adonde mora el Padre, sino en otro sitio, que se ha dado en llamar, por las características que se describen en las Escrituras, “el mundo de los espíritus”.
Este es el lugar al cual se dirigen los hombres al morir (ver también Lucas 16:22–23 ( Y aconteció que murió el mendigo y fue llevado por los ángeles al seno de Abraham; y murió también el rico y vio en estado de tormentos.
Pero ve a mis hermanos. Con esta declaración, Jesús se refería a sus discípulos, los líderes de la Iglesia, especialmente los once apóstoles. Esta declaración clarifica la relación que tenemos con Jesucristo. De entre los hijos de Dios, Él es nuestro Hermano Mayor, el Primogénito entre muchos hermanos. Jesús nos considera a nosotros como hermanos.
Y diles. Esta comisión convirtió a María Magdalena en la primera testigo de la resurrección. “Y diles” es el equivalente de “testifícales”. Este privilegio no se le habría concedido a alguien indigno, sino que María Magdalena fue privilegiada en función de su fidelidad y su pureza.
Subo a mi Padre. Es hasta después de su resurrección que Jesús se encontraba en condiciones de presentarse ante Dios, a quien él llama primeramente “mi Padre”.
Y a vuestro Padre. Pero, además de ser el Padre de Jesucristo, es también nuestro Padre. Nuevamente, Jesús ratifica con esto la relación de naturaleza familiar que existe entre nosotros. Dios es nuestro Padre y Jesús es nuestro Hermano.
El cielo no es el paraíso. Existe una sensible diferencia entre ambos términos. El cielo es el lugar donde Dios mora, mientras que el paraíso es un lugar de permanencia temporal, adonde se dirige el espíritu al morir, pero de donde se regresa para la recuperación del cuerpo físico durante la resurrección. Jesús murió y su cuerpo estuvo sepultado durante tres días, durante los cuales su espíritu se fue al paraíso. Como hemos visto en el anterior biblicomentario, Jesús regresó de este lugar diciendo que aún no había subido a la presencia del Padre, con lo que nos podemos dar cuenta de que el paraíso y el cielo son lugares de naturaleza completamente distinta.